El hígado es el órgano sólido de mayor tamaño del cuerpo humano. Recibe aproximadamente 1,5 litros de sangre por minuto y los hepatocitos (las células del hígado) que lo forman son los principales responsables de sus funciones vitales, que son:
1. Ayudar al organismo a digerir los alimentos:
Interviene en el metabolismo de los glúcidos, los lípidos (colesterol, triglicéridos) y de las proteínas (albúmina).
2. Almacenar energía:
Almacena las vitaminas liposolubles (A, D, K y E) y el glucógeno. De este modo, almacena la energía en forma de azúcar y la pone a disposición del organismo en caso de necesidad.
3. Eliminar toxinas:
Identifica y biotransforma los tóxicos que recibe del torrente circulatorio y los convierte en toxinas menos tóxicas y más fáciles de eliminar. Los tóxicos biotransformados son almacenados en la vesícula biliar y expulsados a través de la bilis para ser eliminados mediante el sistema digestivo.
Las disfunciones de hígado pueden ser originados por:
- Determinadas patologías.
- Hábitos alimenticios y de vida inadecuados como consumo regular de alcohol, dieta rica en grasas, etc.
- Consumo regular de determinados medicamentos.
Los signos que indican la presencia de un hígado enfermo o tóxico:
- Elevación de transaminasas: valores ALT superiores a 37 u/L y AST superiores a 4 1 u/L.
- Trastornos y problemas digestivos.
- Dificultad para perder peso a pesar de seguir dietas y practicar ejercicio físico.
- Fatiga crónica y/o sensación de estar continuamente cansado.
- Trastornos y problemas emocionales.
Consejos para proteger el hígado
- Seguir una dieta equilibrada.
- Evitar el exceso de proteína animal, grasas, azúcares refinados o alimentos ahumados.
- Incluir diariamente frutas y vegetales frescos ricos en antioxidantes como la fresa, la manzana, los frutos secos, el tomate, la alcachofa, los rábanos y la escarola que ayudan a depurar el cuerpo y prevenir la formación de radicales libres.
- Tomar agua tibia con medio limón en ayunas.
- Evitar la ingesta masiva de alcohol.
- Beber al menos 2 litros de agua al día.
- Evitar la automedicación en la medida de lo posible.
- Realizar una analítica sanguínea regular para controlar los marcadores hepáticos.
- Realizar una depuración hepática al menos una vez al año.